Quito, Pichincha

“Cuando tenía cinco años fui la mascota del equipo de fútbol de mi papá. Años más tarde jugaría en la Semifinal de la Copa Libertadores en Medellín, donde quedamos vice-campeonas. Siempre amé jugar con la pelota. Fue una forma de vivir, de relacionarme con mis amigos o de hacer otros nuevos. Claro que en un país machista, no todo es divertido en el fútbol. Al entrar en la cancha hay acoso, ‘piropos’. Para mí el fútbol no es solo una forma de vida, ha sido la forma misma de enfrentarla”.

KARLA RIVADENEIRA