Quito, Pichincha
“No me llamaron Fabián hasta que tuve quince años porque cuando nací, el médico, basándose en mis genitales, le había dicho a mi mamá que tuvo una niña. Así que me nombraron y me criaron como tal. Si a mí y a mi prima nos regalaban muñecas yo las despreciaba, porque quería el ‘Max Steel’ que le daban a mi primo. Y aunque mi mamá decía que me iba a acostumbrar con el tiempo, lo que ocurría era que con el tiempo rechazaba más mi cuerpo”.
Fabián Tello